Hundido con la pena me consumo,
cuando el dolor en la mente estalla,
al formar en el alma una batalla
que se evapora como el denso humo.
Va saliendo sin esfuerzo ninguno
de la nublada visión en que se halla,
mientras la ilusión conformada calla
para conseguir el deseo oportuno.
Que es lograr que el alma acierte
a buscar el consuelo deseado,
de saber todo lo que Dios ha dado
a quien quiere aceptar su propia muerte.
Es para la vida la mayor suerte
el sentir de Dios el divino amparo
y gozar eternamente a su lado,
hasta que la resurrección despierte.
El Viejo Anselmo.
sábado, 10 de julio de 2010
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