escribe tus sentimientos;
pero, al hacerlo procura,
no escribir tu sufrimientos.
Que nadie sepa tus penas,
que no escuchen tus lamentos;
deja siempre en tus escritos
escondidos tus secretos.
Escribe poeta, escribe,
pero deja en el tintero
tus amarguras pasadas,
tus ilusiones y tus sueños.
Di que brilla el sol de noche,
que hay flores en el cielo;
que las estrellas se apagan
porque las sopló el viento.
Escribe las aventuras locas
de ese viejo Anselmo,
que piensa como un niño,
con blanco y ondulado pelo.
Escribe poeta, escribe,
no pares de escribir versos,
a quien sufre en la cama
y también al que está preso..
Al que está penando de amor,
al que pasa por el tormento
de perder hasta la ilusión
con el dolor que lleva dentro.
Escribe poeta, escribe,
échale discursos al tiempo
para que no vaya tan aprisa
porque nos hacemos viejos.
No hables con huracanes,
porque no admiten consejos
y destruyen todo a su paso,
sembrando el terror y el miedo.
Llevas tú, viejo Anselmo,
el ferviente sello eterno
que grabó en ti el Gran Maestro,
cuando tu alma inspiró
con los deseos del cielo.
Habrá gente que no comprenda
ni tu prosa ni tu verso...
pero no dejes nunca de escribir
lo que fabriquen tus sueños.
Escribe poeta, escribe,
con sangre y con fuego;
todo lo que llevas en el alma
con los más bellos recuerdos.
No pares de escribir Anselmo
lo que llevas en el pensamiento;
que yo espero leerlo
y escuchar tus consejos.
Aunque veo arrugado tu pellejo,
no veo temblar tus manos;
te quiero como a un hermano
y me miro en tu mismo espejo.
¡Adiós amigo Anselmo!
¡Adiós insigne escritor!
Con tu letra adornas la poesía
y le cantas al amor y a la vida.
Que Dios guie tu suerte
y ampare tu destino,
para que cuando llegue la muerte
te lleve por el buen camino.
En el cielo nos veremos,
tú y yo querido Anselmo;
y seremos siempre compañeros
en la eternidad de los tiempos.
Este poema me lo dedicó la compañera del Grupo Poético Brétema de Vigo,
Etelvina Sánchez, unos días antes de fallecer.
