martes, 8 de febrero de 2011

ANTONIO MACHADO

Ayer paseando por Collioure
vi tu tumba adornada
en aquel pequeño cementerio
que está junto al paseo,
donde se guarda tu recuerdo...

Tu calvario empezó,
cuando saliste de España,
dejando tu alma presa
en la guerra de tu Patria.

Cuando llegaste a Portbou,
volviste atrás tu mirada;
y se estremeció tu alma
al ver la Costa Brava
tan bella y tan lejana.
Allá el Cabo de Creus,
más lejos está Barcelona...
Pero mucho más lejos,
están las montañas
de tu querida Soria,
donde está enterrada tu amada.

Adios España mía,
adiós Madrid,Baeza, Sevilla,
adios querida familia
que te ves tan perseguida,
por el dolor y la rabia
del odio que hay en España.

Si todos fueran como Machado,
no habría campos de batalla
y la justicia se extenderia
por todos los rincones de España.
Porque tú Machado
eras un feliz soñador
y tenías la República
metida en el corazón.

De sobra tú lo sabías,
que los caciques gobernantes
presumiendo de obreros,
estaban llenos de maldad
abasallando a nuestro pueblo.

Ya ha pasado el tiempo,
desde aquel mes de febrero
en que fue tu entierro
en ese pueblo extranjero...
Ahora tú Machado,
estarás viendo desde el cielo
esta falsa democracia,
con todo lo que está sucediendo.
El poder, no lo tiene el pueblo,
el poder lo tienen los gobiernos
con su enorme dictadura
que sale desde las urnas
para engordar a los políticos
en sus apoltronados partidos.

Qué razón tenía Don Antonio ,
cuando con dolor decía,
que a España se gobierna mal;
sobretodo,cuando hay
la mal llamada libertad;
es cuando el sinvergüenza
sin razón se hace fuerte
y nacen los dictadores,
que atropellan la paz
con sus falsas intenciones.

Aquella España soñada
por el insigne Machado,
jamás será liberada,
porque no existe libertad
donde no hay justicia;
ni jamás habrá paz,
donde resucite el odio
y se desentierran los muertos
que de nuestro lado se fueron,
y ya estaban descansando
lejos de los cementerios.

Fue Antonio Machado,
como una blanca gaviota,
que con las alas rotas
llegó a la playa de Colioure,
donde la señora Quintana,
sus brazos le ofreció,
para que muriera en paz,
y quedara su recuerdo
en aquel solitario cementerio.

Con dolor lo recuerdo
en este mes de febrero...
Anselmo