martes, 19 de febrero de 2019

CAMINANTE SOY DEL CAMINO

Caminante soy del camino
que no se hace al andar,
el que Dios marcó a cada hijo
que busca la eternidad.

Cristo nos dio la Palabra
que orienta nuestro caminar:
"Yo soy el camino y la vida"
que alienta nuestra verdad.

Así al nacer comenzamos
el camino que nos llevará,
junto a ese Dios celestial
que nos espera en la eternidad.

Dios grabó en mi frente,
por medio del Bautismo,
una senda, un camino,
para ir a nuestro destino.

Es un camino que podemos aceptar,
o también podemos rechazar;
sin olvidar que Dios Padre
nos ha dado la libertad.

Gracias Señor por entregar
a tu siervo la libertad,
y por las promesas de amor
que nos llevan a la eternidad.

Espero que no he de morir,
pues con Cristo estoy citado;
pienso seguir el Camino
que me llevará a su lado.


HABLA FERNANDO VALMASEDA

Cuántas veces en mi frente
la SEÑAL DE LA CRUZ he marcado,
para recibir el amparo
que mi alma siempre siente.

Cuántas veces mi Jesús,
te he pedido en la Cruz
que orientes mis pensamientos,
que controles mis sentimientos
y que fijes mis conocimientos.

Que no divague mi mente
con la Cruz que he signado,
y que se retenga todo aquello
que en mi cerebro he grabado.

Pues en mi lugar sagrado,
es donde tengo repujado:
Tu Evangelio, tu Doctrina,
tus Mandatos y Sacramentos,
la Crucifixión y el Tormento,
y tus Promesas de Vida.

Con fervor yo te ofrezco,
mis poemas y oraciones,
mis desvelos e ilusiones,
con mi alma y mis sudores
y mis trabajos y sinsabores...

¡Sé que es muy poco Señor,
para pagar tus Amores!
Ayúdame mi Jesús
a mantener mi bagaje
para mi último viaje,
cuando te ofrezca mi cruz.

Por la SEÑAL DE LA CRUZ,
hoy te pido mi Señor:
¡Que mi mente nunca olvide
cuánto me amas, mi Dios,
y que en una Cruz moriste
para ser mi Redentor,
y a Santa María me diste
como prueba de tu amor.






RECORDANDO A FERNANDO

Recordando a Fernando
esta santa Misa celebramos,
para rogar a Dios de corazón
que le dé la eterna salvación.

Con este poema Fernando se despidió:

Cuando se acerca la muerte,
te digo ¡ Adiós Madre mía!,
al sentir un escalofrío
que recorre el alma mía.

¡Adiós! mi Madre y consuelo,
prepara Tú mi equipaje
para este último viaje
que me lleva al mismo cielo.

Si hasta el cielo he de viajar,
dos cosas tengo que saber:
Qué tren debo de coger
y en que estación bajar.

Yo sé que Tú Madre mía,
en el cielo me esperarás,
y rezando Ave Marías
llegaré a la eternidad.