sábado, 24 de abril de 2010

SU VOZ NO SE AHOGÓ
POR
ANSELMO PRADA LEÓN
De Alfonsina Storni
su voz no se ahogó,
quedó convertida en poemas,
en esa estatua de piedra,
que recita sin cesar,
el amor que deshojó
aquella preciosa rosa
que se cayó en la arena
de esa playa encantada
que hay en Mar del Plata.
De sus lágrimas vertidas,
nacieron las blancas perlas,
para hacerle un colloar
a las ballenas del mar,
que juegan con los lobos,
que duermen arrastrados,
junto al gigantesco Santo
que abre sus enormes brazos
para bendecir los barcos
que salen juntos a pescar
hacia el horizonte del mar.
Con la boca de Alfonsina
se ahogó supalabra,
pero no así su alma;
sus cariñosos labios
besaron la fria muerte,
para beber las siete vidas
que Alfonsina llevaba encima,
cuando se fue a pasear
por ese mar eterno,
a buscar la celestial aurora
que su alma tanto añora.
Sus pupilas como rosas,
se cegaron con el sentimiento,
al ver relucir la esperanza
que llevaba dentro del alma,
para que su espíritu inmortal
compartiera el temporal
de la voluntad con escamas
que se hizo estatua de sal
al atracar en la eternidad.
Si lo que muere no resucita,
y lo que se va no vuelve más,
¿cómo quieres Alfonsina
llegar por el ancho mar,
donde no hay muerte ni vida,
no rosas, ni espinas,
ni flores encantadoras
que no florecen jamás...?
Se fue tu vida Alfonsina,
pardida por el ancho mar,
sin despedirte de nadie,
ni decir adios a la dulzura
de tu amorosa poesía,
porque el agua cubría
los problemas de tu mente
en ese Mar de Argentina.
Las rosas de tu sangre,
estaban muertas de sed,
y habiendo tanta agua,
nadie te daba de beber,
Por eso tú Alfonsina
tuviste que ir al mar,
para beber la amistad,
y saber lo que es amar,
al acariciar la locura
en esa playa tan oscura,
donde la gloria se esconde,
al contemplar la belleza
que se encuentra en la tierra,
Te fuiste Alfonsina,
acariciada por el mar,
que confundió tu rumbo,
al pisar tanta dulzura
de la trasparente agua
que abraza el horizonte
de ese grandioso cielo
donde está el Creador eterno.
Avanzabas hacia dentro
mientras pregonabas,
todo lo que ansiabas
de tu enfermo cuerpo
y el deseo de morir
en ese mar infinito,
para escuchar el susurro
que viene de la muerte,
con las olas que acarician,
lo que pretendes descubrir
al plantar un rosal
en las aguas del mar.

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